Nunca he sido de las que han deseado toda su vida ser madres. Sabía que la vida me iba a llevar a ello porque es lo natural, lo establecido, a donde te lleva la corriente, y yo me dejaba llevar. Pero todo a su tiempo. Nunca entendí a algunas amigas que con 22 años ya estaban casadas y con un "churumbel".
Yo, con 22 años, quería comerme el mundo, disfrutar de la vida, salir de marcha y gastarme el primer dinero que ganaba en mi vida en ropita y viajes con mis amigas. Sabía que la maternidad llegaría, pero no era mi momento.
A los 25 años conocí al que ahora es mi marido. Todo genial. Congeniamos desde el minuto 0 a pesar de la diferencia de edad (él es 9 años mayor).
Estuvimos 2 años de novios antes de empezar a vivir juntos, y al año de estar conviviendo nos casamos. Fué un poco antes de decidir casarnos cuando se encendió en nosotros la lucecita de querer ser "papis", pero como estaba la boda cerca, decidimos esperar.
Una vez casados, aunque mi recién estrenado marido también tenía ganas, estaba un poco receloso, ya que empezaba a notarse ya esta puñetera crisis, y él prefería esperar a que pasara (iluso!). Al final logré convencerlo, y en el mes de agosto de 2011 dejé de tomar las pastillas anticonceptivas.
Y empezamos a andar este camino de la maternidad, sin prisa pero sin pausa.
El primer mes no me preocupé, entendía que mi cuerpo podía tener todavía restos de las pastillas anticonceptivas, así que no pasa nada. El segundo mes, pues pensé lo mismo (por aquél entonces no eres consciente de lo que puede llegar a pasar, y te lo tomas todo con tranquilidad)
El tercer mes, pues tampoco, nada de nada, pero como llevaba mucho agobio con el trabajo, pues pensé que seguramente sería eso, que en cuanto me calmara un poco, me quedaba fijo, me cogía la baja y de un plumazo tendría los dos problemas solucionados, jejejeje.... (ilusa de mí!!!).
Total, que fueron pasando los meses, y en el mes de marzo de 2012 y gracias a esta maravillosa crisis, me despidieron.
La verdad es que fue un momento durillo, pero me sobrepuse pensando que oye! no hay mal que por bien no venga! Ahora sí que podía tener la tranquilidad necesaria para quedarme embarazada seguro....... ya no tenía el estrés del trabajo!! (ilusa, ilusa, ilusa y 100 veces ilusa!!!)
Llegamos al mes de junio, y entonces decidí pedir cita con mi ginecóloga. Tenía entendido que debía acudirse al médico si pasado un año no había habido suerte, pero como soy muy previsora a la par que impaciente, y teniendo en cuenta que en mi población te dan hora para ginecología para al cabo de 3 meses, pues eso, que pedí la cita. Para el mes de agosto. Pues ale! A esperar!
Pues eso, que tú esperas a paciente (o impacientemente, cada una como pueda) a que llegue la visita, pero sigues con la esperanza de que suceda en cualquier momento. Y ya empiezas a ponerte nerviosa.
Llegó Agosto y fuimos a la esperada cita. Nos hizo las preguntas de rigor, nos pidió unos análisis para mi marido (espermiograma) y unos para mí (aquellos que te hacen a los 5 y a los 20 día de ciclo o algo así) y nos recetó nuestra primera medicación, aunque únicamente se trataba del famoso ácido fólico: GestaGyn para mí y GestaDHA para él. Y oye! Pues que hace ilusión y todo!! Que empiezas a tomarlo y toda contenta te dices a tí misma: ahora ya va! JA!! ILUSAAAAAAAA!!!
En Octubre nos dieron los resultados de las pruebas: todo bien. Así que la ginecóloga del Centro de Salud nos dijo que nos mandaba a la Unidad de Infertilidad que hay en el hospital de nuestra población para que nos visitara la especialista, que para eso era la especialista y que nos lo miraría todo con más tranquilidad.................